No obstante que en la agricultura moderna predomina el empleo de productos antiplaguicidas químicos, el conjunto de técnicas de lucha contra plagas y enfermedades en invernaderos más benignas con el medio ambiente y menos riesgosas para la salud del consumidor, es amplio, utilizándose desde métodos preventivos, físicos, agronómicos, químicos y biológicos através del uso de poblaciones de enemigos naturales, hasta la lucha integrada.
Para lograr el encadenamiento desde la producción al consumo de los alimentos, garantizando la preservación de la calidad y la inocuidad, se han concebido unas estrategias de calidad en cada fase del proceso, que permiten alcanzar el objetivo de obtener un alimento inocuo y de calidad. Tales estrategias se conocen con el nombre de “buenas prácticas”, que en términos generales son las condiciones y prácticas operativas básicas, necesarias para la producción primaria de alimentos inocuos.
en un invernadero por medio de diversos vectores –bandejas, semillas, agua de riego– pueden producir grandes pérdidas en la cosecha ya que ciertos organismos pueden sobrevivir en restos de plantas, estructuras del invernadero, herramientas, embalajes, etc. Los invernaderos, debido a las múltiples ventajas que ofrecen, han dejado de ser una parte aislada de la explotación para convertirse en una unidad productiva en sí misma, complementada con edificaciones e instalaciones permanentes para el riego, almacenamiento de equipos y productos fitosanitarios, etc. Además de potencialmente dañino para la ecología y el hombre mismo, el control de enfermedades con productos químicos actuales no es totalmente efectivo ya que produce resistencias, residuos por el mal uso o abuso, desconocimiento y baja eficacia de algunas sustancias activas, etc.
Para evitar esta entrada de patógenos es necesario realizar desinfecciones eficaces en los puntos críticos que mantengan la higiene y seguridad en el invernadero. Muchos patógenos son aerotransportados dispersándose por el ambiente, por lo que es muy importante mantener el interior del invernadero con una atmósfera libre de parásitos. El Botritis cinerea, hongo causante de la enfermedad denominada moho gris, produce numerosas esporas que pueden ser esparcidas a través de corrientes de aire por todo el invernadero, pudiendo permanecer en el recinto todo el año y atacar un número muy grande de cultivos ornamentales.
Botrytis cinerea Pers.:Fr., es un hongo filamentoso patogénico para una amplia variedad de huéspedes, entre los que se encuentran cultivos hortícolas y frutícolas de gran importancia económica, como el tomate, la vid o varios cultivos de fruta de hueso y pepita. Las pérdidas en viticultura y fruticultura debidas a enfermedades relacionadas con B. cinerea se estiman en unos 2000 millones de dólares americanos anuales. En vid es causante de la podredumbre gris o podredumbre por Botrytis (PBC), una importante enfermedad en viñedos de zonas templadas de todo el mundo, que en condiciones climáticas favorables a su desarrollo puede destruir la cosecha por completo, mientras que también puede afectar las cualidades sensoriales del vino cuando éste es elaborado a partir de racimos con un 5% de uva afectada.
Fitopatógeno cuyas enzimas y fitotoxinas degradan la pared celular vegetal
Los cultivos de tomate son afectados por la enfermedad tanto en campo abierto como en invernadero. En cuanto a su etiología es un patógeno con un estilo de vida necrotrófico –aniquila las células vegetales en los primeros estadios de la infección y la muerte de las células le permite adquirir los nutrientes necesarios para poder multiplicarse–. Los necrótrofos producen maceración del tejido vegetal mediante un amplio rango de fitotoxinas así como enzimas que perjudican la pared celular vegetal. Por su plasticidad genética, se ha convertido en un modelo importante para el estudio molecular de hongos necrotróficos.
Se conoce que los hongos fitopatógenos han desarrollado estrategias para infectar y colonizar plantas. Los necrótrofos se han definido como patógenos que obtienen nutrientes de células huésped muertas, los biotrofos como aquellos que obtienen nutrientes de tejidos vivos y los hemibiótrofos como los que obtienen nutrientes de una combinación de alimentación de células hospedadoras vivas y muertas, respectivamente. El fitopatógeno B. cinerea, segrega una variedad de enzimas y toxinas que degradan la pared celular, razón por la cual se le califica como menos evolucionados en comparación con los hongos biotróficos, que manipulan la fisiología del huésped para obtener sus nutrientes de los tejidos vivos. Sin embargo, estudios han revelado que las interacciones entre los necrótrofos y sus plantas hospedadoras son considerablemente más complejas y sutiles.
Algunos necrótrofos secretan proteínas efectoras que son internalizadas por las células anfitrionas e interactúan con el huésped en una relación de gen por gen para iniciar la enfermedad. El desarrollo de B. cinerea es favorecido por altas densidades de siembra, lluvias continuas, humedad relativa alta (>70 % por al menos 12 h) y temperaturas entre 8 y 22° C. Los síntomas en los tallos se presentan como grandes manchas y chancros que al avanzar puede llevar a estrangular la planta y provocar su muerte y típicamente se presentan lesiones largas y deprimidas de forma circular a elíptica, cubiertas de abundante micelio y esporas de color café oscuro. En el tallo las infecciones ocurren durante períodos de alta humedad a través de cicatrices y grietas o heridas de poda. Las esporas pueden permanecer inactivas hasta 12 semanas en las estructuras de poda. Las lesiones del tallo pueden expandirse en anillos concéntricos para rodear todo el tallo causando marchitamiento sobre el sitio de infección. El avance del daño sobre el tallo puede causar la pérdida total de la planta debido a que bloquea el sistema vascular. En las hojas, se presentan lesiones de color café oscuro localizadas en el ápice, caracterizadas por no presentar halo clorótico pero si anillos concéntricos por el haz de la hoja y esporulación abundante por el envés.
El fitopatógeno también afecta los peciolos donde produce lesiones de color café claro a oscuro con esporulación abundante. En las inflorescencias se presenta necrosis parda que provoca su caída y puede observarse su esporulación. Los pétalos de las flores son muy susceptibles y pueden iniciar la infección de pedicelos y a partir de estos avanzar hasta los frutos. En los frutos tiene lugar una podredumbre blanda –más o menos acuosa, según el tejido– de color café claro y localizada principalmente en la unión del pedúnculo con el fruto la cual se caracteriza por la abundante esporulación de color grisáceo o café oscuro. Cuando en los cultivos de tomate se presentan condiciones de humedad relativa baja, el hongo no desarrolla los síntomas típicos de producción acuosa y esporulación y aparece la llamada mancha fantasma en los frutos. Los frutos con la mancha fantasma presentan lesiones de forma circular blanca, en forma de aro o anillo, con un punto café diminuto en su centro.
Prevención y empleo de desinfectantes a partir de peróxido de hidrógeno
El uso de estos fungicidas produce la aparición de resistencias en los parásitos. Muchas veces los tratamientos alternando con dos o más productos fungicidas puede mejorar los resultados al evitar el acostumbramiento del parásito y la aparición de razas resistentes del mismo a determinadas materias activas. Además de las resistencias, estos productos químicos poseen efectos contaminantes y pueden ser perjudiciales para el hombre y el cultivo. Para los tratamientos fungicidas en espolvoreo o pulverización, las materias activas fungicidas que, según circunstancias del cultivo, pueden resultar más eficaces son: maneb, mancozeb, clortalonil, captan, tiram, caldo bordelés, etc.
La experiencia del agricultor o el asesoramiento de un técnico servirán para decidir la materia activa, dosis, formas y momento en que resulte más eficaz el tratamiento incluso verificar el producto sea permitido ara su uso en el cultivo, así como sus posibles restricciones. En los sistemas agrícolas de los países en vía de desarrollo se hace amplio uso de plaguicidas para proteger los cultivos; sin embargo, la aplicación de las normas y técnicas de uso seguro de sustancias plaguicidas no es de uso generalizado y en consecuencia los productos agrícolas comercializados pueden contener concentraciones de agroquímicos que podrían afectar la salud de los consumidores. Inocuidad de los alimentos es el conjunto de condiciones y medidas necesarias durante la producción, almacenamiento, distribución y preparación de alimentos para asegurar que una vez ingeridos, no representen un riesgo para la salud.
En este sentido, la inocuidad debe ser prioridad durante todo el proceso productivo, considerando que algunos problemas pueden generarse desde los lotes de producción y pueden transferirse a otras fases como el procesamiento, empaque, transporte, comercialización e inclusive en la preparación y su consumo. La pulverización en ambiente de desinfectantes a partir de peróxido de hidrógeno es una solución a estos patógenos que se dispersan en el ambiente y enferman al cultivo, además actúan sin crear resistencias y sin ser contaminantes ni perjudiciales para el hombre.
Además de todas las labores de desinfección nombradas para mantener la bioseguridad en el invernadero, es necesario realizar otras actuaciones que ayuden a evitar el riesgo de contaminación del cultivo que se encuentra en el interior del invernadero. Estas medidas preventivas son intentar que el invernadero permanezca siempre cerrado, la limpieza y el retiro de toda la materia orgánica ya que contiene altos niveles de contaminación, eliminar los restos de cosecha, así como las malezas que pueda haber alrededor del invernadero y que pueden ser refugio de insectos y parásitos, colocar mallas en puertas y ventanas para reducir la entrada de insectos que pueden dañar y transmitir enfermedades al cultivo, etc.
Además de las aplicaciones con alta frecuencia de productos químicos de uso agrícola para el control de problemas fitosanitarios en el cultivo de tomate, los bajos rendimientos y calidad del producto cosechado conllevan a la disminución en la rentabilidad del cultivo. La mejora en los componentes del rendimiento puede ser obtenida con la implementación de mejores prácticas de nutrición y fitoprotección de cultivos. Para lograr la infección, el hongo requiere de una fuente energética, generalmente pétalos marchitos que caen sobre hojas, tallos o sobre los mismos racimos florales
Amparo Báez Arellano